Cosas insignificantes...
Coges aire, llenas de aire tu cuerpo y observas, sin oír y mucho menos escuchar otra cosa más que ese estado de tranquilidad en el que te encuentras. Cierras los ojos, y sin dejar de respirar, el eco de tus pensamientos te envía imágenes, imágenes que tanto tienen que ver con el remolino que crea en ti ella, encadenando cada momento vivido y proyectandolo en forma de película ante tus ojos.
Aprietas fuerte tus ojos con el deseo de que se hagan realidad de nuevo y te acabas dando cuenta de que es bonito el sentimiento que ha creado y mucho más el saber que aún sin poseerla, la tienes.

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